Los poblanos celebraron los 78 años de su fundación con el pase a liguilla
Muchas sorpresas desde el arranque en el estadio Cuauhtémoc. Iniciando con la buena entrada que se registró; 29 mil 105 aficionados, que en el último minuto asistieron.
A esto se suma la aparición de Jordi Cortizo, quién según redes sociales oficiales, no estaba en la convocatoria de Nicolás Larcamón. Para fortuna de Puebla, el “español” jugó y fue factor en el campo, tanta intensidad le costó una tarjeta (45′).
El Templo ardió al minuto 4′, cuando La Franja se adelantaba gracias a Diego de Buen, dónde sí bien no debemos quitarle mérito por la distancia, el arquero Nicolás Vikonis colabora en el mismo; los grupos de animación en la Zona Sur acompañaron a Diego en el éxtasis.
Mazatlán no se consolidaba y más, con el nerviosismo del arquero uruguayo que al minuto 11′ casi arriesgaba el segundo, mismo que no tardó en llegar, pues dos minutos después y tras un tiro de esquina, Juan Pablo Segovia ampliaba de cabeza la ventaja poblana; #DosACero.
Era obvio que la visita se tenía que arriesgar, una fórmula que le otorgó el gol en un rebote y resbalón de la defensa blanquiazul en el área, así Brian Rubio marcaría al minuto 36′. La tensión se elevó, la jugada se checó en el VAR, confirmando así el gol de los sinaloenses.
La lluvia se presentaba de una manera violenta, misma que se consumó al inicio del segundo tiempo, dónde se dió un mar de modificaciones; los ingresos de Mancuello, Maia y Barragán, que se sumaron a los cambios de butaca de los fanáticos dentro de la tribuna.
El encuentro entró en un lapso perdidas de balón, inconsistencias en porterías y faltas, mismas que se originaron por la cancha mojada; la bola corría más rápido, poniendo a prueba al cuerpo arbitral que cometió errores en tiempos. La silbatina y la ola se hicieron presentes.
Al 68′ el primer asistente, quién ahora sí estaba bien plantado, marcó posición adelantada para Memo Martínez, ahogando el grito de gol. Llegó la recta final del encuentro, Puebla se quedaba con 10 tras la expulsión de Martín Barragán, que irónicamente había entrado de cambio.
Nicolás Larcamón era una fiera indomable en el área técnica, sufriendo la superioridad de Mazatlán, qué adelantó líneas en lo que serían los seis minutos de agregado, una eternidad. La instrucción era clara, aguantar y tirar el camión, George Corral se preparaba en la línea.
Hasta que… Néstor Vidrio ex enfranjado anotaba (93′) y mandaba esto a tanda de penales. La gente se dividió entre la incertidumbre y la ilusión. Una vez más la cabecera norte y si mágica portería tendría que acobijar a Antony Silva que buscaría ser el héroe de la noche.
La historia tenía guardada un capítulo más en la mágica novela llamada Club Puebla, pues gracias a las atajadas de Silva y los goles de Mancuello, de Buen y Reyes en serie de penaltis, La Franja jugaría una liguilla más. El Templo no sólo ardió, sino se llenó de lágrimas.